En ambientes directivos la palabra estrés es de uso común. Pocas veces se habla de “estar cansado”, sino de tener estrés. Es curioso que en ninguna novela clásica se hable de estrés en referencia a alguien muy trabajador; desde que el mundo es mundo, las personas que han trabajado mucho, han terminado sencillamente cansadas. ¿Cuál es la diferencia entre el estrés y el cansancio? Se me viene a la cabeza un ejemplo que puede servir. Cuando alguien acaba de sacarse el carnet de conducir y tiene que hacer por primera vez el sólo un viaje largo, sin duda se preocupará, quizá le entren sudores y manifestará cierta tensión ante la duda de terminar con éxito su travesía. No sabe si lo hará bien. Si el que tiene que hacer ese viaje lleva tiempo conduciendo y tiene suficiente experiencia, no estará tan preocupado. El primero ante la inseguridad, tiene estrés; el segundo no y, si el viaje es muy largo, puede experimentar cansancio.
Yo creo que la diferencia entre estrés y cansancio esta en la inseguridad de conseguir el objetivo. Cuando a alguien se le exigen objetivos inalcanzables, si es una persona responsable, terminará estresado ante la inseguridad de alcanzar lo que le han pedido. Es muy grande la responsabilidad que tienen los líderes para gestionar en el estrés de su gente. Por eso, para marcar objetivos y exigir, antes que nada hay que conocer a la persona.
Cuando se dice, por ejemplo: “En esta empresa no esta permitido el error”, se está generando estrés, porque se está pidiendo lo que no se puede dar. En cambio, cuando se requieren cosas exigentes pero posibles, el final del proceso es el cansancio. Muchas veces por falta de conocimiento personal nos exigimos en el campo económico, social o empresarial algo que no podemos dar. Terminamos ansiosos, desasosegados y además, cansados. No olvidemos que el estrés cansa más que trabajar.